Por Ricardo Bustos
El 15 de julio de 2012, cuando ya intuimos que esto terminaría así, escribí la presente reflexión y parece que fué ayer aunque la verdad sea otra y muy lamentable para todos los argentinos.
Desde hace unos años, tomó fuerza el movimiento popular “La primavera árabe”, quien tuvo a mal traer a dictadores de Túnez, Egipto, Yemen, Libia y por estos días Siria.
Las esposas de esos dictadores que gobernaron o aún gobiernan los países árabes, eran diferentes antes de formar parte del poder y la influencia que ejercían sobre sus maridos variaba ya que los que saben del tema por haberlo padecido, coinciden en que la fascinación por el poder y el dinero es una característica que comparten todas.
Las primeras damas en aquellos países que debieron sufrir en carne propia lo que ellas ocasionaron al propio pueblo, recibieron la respuesta con las revueltas árabes que llegaron a destronar a más de un “Soberano” con ríos de sangre inocente. Aún así, las damas reconocen que apoyaron o siguen apoyando las medidas de sus esposos, es decir la política de hambruna y represión.
Además de la ambición, compartían o comparten el gusto por las compras desmedidas y dirigen fundaciones benéficas (nunca controladas) que les dan prestigio y sirven para distraer al pueblo de las atrocidades que cometían o siguen cometiendo –como en el caso de Siria– los regímenes de sus maridos.
“Todas estaban o están fascinadas por el poder y decidieron quedarse en su rol de primeras damas y defender a sus maridos hasta último minuto. Salvo Leila Trabelsi, que convenció a su marido (Abidine Ben Alí) de abandonar el gobierno cuando todo se desmoronaba en Túnez. La primera dama, quien conoció a su marido siendo peluquera y 10 años más tarde logró hacerse de miles de millones de euros porque junto a sus 10 hermanos, controlaba las acciones de todos los negocios que se realizaban desde el poder. Las demás respaldaron a sus esposos. La ex-primera dama egipcia, Suzanne Mubarak, defendió a su marido Hosni hasta el final; la mujer de Gadafy no se oponía a los puntos de vista del líder libio, y Rania de Jordania, quizá la soberana más bonita y elegante de las casas reales, apoya las políticas de su esposo”.
Según cuentan quienes han investigado el tema en profundidad, en este tipo de matrimonios hay una especie de “locura compartida” por el poder desmedido y en muchos casos hasta no llega a darse cuenta de la dimensión que toman sus actos, dominados por la soberbia.
Así las cosas, existe en las citadas mujeres poderosas una pérdida de contacto con la realidad y el final de sus días generalmente culmina de forma trágica por la violencia y ceguera que las domina.
En Siria y en medio del caos con tanta muerte y destrucción, es común ver a la primera dama despreocupada por la represión a su pueblo, obsesionada con sus compras ignorando lo que ocurre.
Lo lamentable de esta historia es que la lista interminable se reitera en la mayoría de los países sea cual fuera el sistema político ya que al final por su comportamiento todos terminan siendo” reinados” disfrazados de democracias, con los pueblos sedientos de justicia por un lado y otros aplaudiendo a sus gobernantes como si fueran salvadores.
Cuando leo nuevamente esta reflexión me viene a la memoria un pensamiento difuso que trato de comprender por su similitud con métodos cercanos a nuestras vidas cotidianas.
La verdad es que por estas latitudes, el presente relato se puede adaptar fácilmente cambiando algunos nombres ya que los actos son muy similares y dejan las mismas consecuencias.
El engaño es una de las características fundamentales de nuestra especie que prueba al mismo tiempo nuestra inteligencia y capacidad para meternos en la mente del otro.
Los dirigentes nos mienten sobre las bondades de sus promesas, pero lo más insólito es que contrariamente a lo que se piensa, nosotros somos los compradores de sus mentiras.
A propósito de la realeza las nuestras deberán viajar al viejo continente o al norte de América para realizar sus paseos de compra ya que gracias al Secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno y sus trabas a la importación, muchas prendas de la nueva temporada se encuentran en la Aduana sin poder ingresar al país y no creo que conozcan “La Salada”.
Y bueno… algún esfuerzo tienen que hacer… sin sacrificio no hay nada.
“Todo el que disfruta cree que lo que importa del árbol es el fruto, cuando en realidad es la semilla. He aquí la diferencia entre los que creen y los que disfrutan”, Friedrich Nietzsche (1844–1900) Filósofo alemán.
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556